Anoche, en Versión Española, volví a ver "Bicicleta, cuchara, manzana", el increible documental sobre Pasqual Maragall y su rebelde papel dentro de esa epidemia llamada Alzheimer. Nunca pensé que pudiera sentir tanta fascinación por un político, los únicos políticos que me han parecido admirables son los que acabaron asesinados o fulminados en "accidentes" de lo menos accidentales, los que se ocuparon de solventar las amenazas del mundo desatendiendo las amenazas de los dueños de ese mismo mundo.
El Alzheimer es también otra gran amenaza, y Maragall, como muchos otros, decidió poner su vida en riesgo con un nuevo tratamiento sabiendo q su curación era imposible, en pos de la investigación y de la ayuda a siguientes generaciones. Maragall es inquieto, rebelde, valiente, travieso, melómano y más entrañable que el abuelo de Heidi. Por si esto fuera poco tiene buena mano hasta para elegir una revista con la que matar unos minutos de soledad hospitalaria. Son sólo unos segundos los q Madonna aparece junto a Maragall, casi imposible coscarse, pero a mí me ha hecho mucha gracia este insignificante instante en mitad de tanta intensidad, supermelómano político vivo favorito con leyenda viva favorita,
una de las que más -memoria- musical nos dejará.