Madonna cumple hoy de nuevo un sueño, aparecerá en la Super Bowl, uno de esos espectáculos que paraliza a 111 millones de espectadores y vende publicidad comprimida por 3 millones de dólares ( 00:00 en canal+1). Lo hace por primera vez abriendo nueva etapa con su disco MDNA, imagino que remember progresivo del éxtasis por la electrónica y el amor sintetizado. Me ilusiona que pueda ser muy "Into the groove": vuelta a la diversión sin miedo a la superficialidad, muerte a la obsesión por el evidente putrefacto estado circundante. La salvación del amor en movimiento como esencia, declaraciones "sin cortar" en agua de colonia -déjate de putos juegos misteriosos, demuéstrame cómo andas de pilas y sácame a bailar-.
En poco más de 24 horas el álbum en itunes se ha colocado en el número 1 de más de 50 países.
Ella viene como siempre, sin apenas vernos, lanzada a demostrar que no es sólo capaz de anular a cualquier estrella del momento, sino de disipar la nebulosa oscuridad del techo acechante de cada era. Sus fans la recibimos también como siempre, sabiendo que, por natural y fluida que aparezca, se ha programado sin descanso para ir a por todas; que la niña caprichosa se sube al escenario para transformarse en una reina anárkika, todo está permitido menos dejar de trabajar en lo que se cree, ése es el reino. Un reino en el que siempre acaba colándonos a regañadientes, pero que le importemos una mierda es lo que menos nos importa.
Gracias por mostrarnos todas las contradicciones, algarabías y ambiciones de nuestra parte más HUMANA, gracias por mostrarnos de todo lo que es capaz nuestra parte más CREADA.
No es fanatismo al uso, es amor tan puro como interesado; gracias por hacernos durante décadas tan felices, incluso si en tu ambicioso camino nuestra felicidad fue vista poco más que como un "daño colateral" Love you, MADDY!